10 abr 2020

El Autocuidado a través de las Polaridades


Las polaridades son los dos aspectos antagónicos de una misma realidad: luz-oscuridad, día-noche, masculino-femenino, etc.
Este patrón hace visibles dos extremos, conformando una realidad dual en la que tendemos a identificarnos con alguna de las opciones binarias, generalmente la que categorizamos como buena, correcta o más aceptable. Sin embargo, las dos cualidades están intrínsecamente ligadas: no hay luz sin oscuridad y, después del día, inevitablemente llega la noche.




Si vamos más allá, las polaridades nos enseñan que existen caminos que unen los contrarios. Nos muestran que miles de posibilidades intermedias pueblan la distancia que separa las dos opciones opuestas. Mirar las polaridades con consciencia abre nuevas maneras de atendernos, escucharnos, comprendernos y, a partir de ahí, elegir. Cada polaridad no es buena ni mala en sí misma, ya que su efecto depende más bien del uso (o abuso) que hacemos de ella. Para cada persona la vivencia de las polaridades es diferente y lo que a alguien le resulta muy saludable, para otro puede ser perjudicial. Por ello, la propuesta es huir de recetas hegemónicas del bienestar y que cada cual pueda dibujar su propia ruta, atendiendo a su vivencia, a su momento vital, a sus necesidades y circunstancias. Porque cada cual es único y única será su manera.


Y si hablamos de cuidar, la actitud será fundamental. Se trata de activar la escucha, la comprensión y, por supuesto, el no-juicio. No es momento de evaluarnos para etiquetarnos, sino de acoger lo que experimentamos y acompañarnos en el camino, con amor, como cuando cuidamos de alguien muy querido.

¿Empezamos?
  

Polaridad 1:   Miedo - Calma


Explorar esta polaridad es una invitación a ser conscientes de nuestras emociones y de nuestra capacidad para regularlas.
En situaciones de crisis y/o dificultad, máxime si se trata de eventos inesperados en los que están en riesgo la vida o el bienestar, la respuesta de miedo es adaptativa y sana. El miedo informa de ese peligro percibido y prepara al cuerpo y a la mente para activar respuestas de defensa o protección.

Ahora bien, si ese miedo “sube de volumen” y se convierte en pánico puede llevar a comportamientos poco saludables, tanto en lo personal como en lo colectivo. De igual forma, cuando el miedo se instala por largos periodos de tiempo, su impacto es negativo: debilita el cuerpo y genera una actitud hipervigilante ante cada posible adversidad.



De esta forma, el miedo inhibe precisamente lo que se necesita para dar con recursos y soluciones: la calma. ¿Y qué es la calma? Podríamos definirla como una neutralidad emocional que permite que el cuerpo se relaje. Entonces, ¿cómo sería una sensación de calma a todo volumen?

Imagina ese día de verano en plenas vacaciones en una playa tranquila mientras flotas sobre las olas del mar, con los ojos cerrados y los brazos abiertos. Este podría ser un ejemplo de paz intensa.


Quizá esta imagen sea poco coherente con la situación que atraviesas. Pero seguramente entre el pánico y esta foto existen muchos puntos intermedios desde los cuales afrontar la experiencia.


                                


Recientes investigaciones confirman ya lo que much@s intuían: los estados emocionales afectan a los procesos fisiológicos relacionados con la salud y la enfermedad. 
Específicamente, la psiconeuroinmunología ha demostrado cómo el estrés y el trauma inciden en la función inmunitaria, provocando deficiencias en su respuesta. Dicho de otro modo: mente y cuerpo están conectados. Obvio, ¿verdad? Aunque así nos lo parezca, no es este el precepto sobre el que se asientan la mayoría de creencias e instituciones para la salud con las que contamos. Incluso podríamos considerar el binomio Cuerpo-Mente otra polaridad en la que ambas caras son partes de un mismo sistema o entidad. Afortunadamente, parece que el desarrollo de parte de nuestra cultura pasa por integrarlas. 
Deducimos así que ser capaces de regular nuestras emociones de miedo y ansiedad y cultivar cierta tranquilidad es fundamental a la hora de cuidarnos.
Es tanto como proporcionarnos, en la medida de lo posible, un estado de partida psico-fisiológico saludable.
En esta regulación emocional, los pensamientos juegan un papel realmente importante! Este artículo aporta algunas pistas sobre ello.
E incluso también es importante la alimentación, ya sabes: mente y cuerpo son lo mismo. Esta es una recomendación para explorar este punto.


Finalizamos aquí con algunas preguntas para la exploración de la polaridad Miedo-Calma ó más ampliamente, Pánico-Paz:




¿Qué polaridad se activa más fácilmente en ti?

 ¿Qué te ayuda a cultivar la paz en este momento? ¿Qué te aleja de ella? 






¿Qué parte del miedo crees que es saludable tener en cuenta en tus decisiones?




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