Son muchos los profesionales
que deciden cambiar de entorno para encontrar nuevas oportunidades. Su
movimiento está impulsado por la curiosidad, por la necesidad económica o la de
nuevas experiencias. Sea cual sea su motivo inicial, todo viaje externo implica
un viaje interno: un cambio geográfico, ya sea de ciudad, región o país, es un
aprendizaje de nuevas costumbres y culturas. Al mismo tiempo, emprender un
nuevo camino se convierte en un encuentro excepcional con los aspectos menos
conocidos de uno mismo.
Conocí a Martín en uno de los
seminarios presenciales que imparto sobre carrera profesional y empleabilidad.
En sus intervenciones destacaba por su capacidad reflexiva y su facilidad para
la comunicación. Su entusiasmo y su actitud positiva traspasaban la mascarilla,
tan típica de este tiempo. Comentando su experiencia en la búsqueda de
oportunidades laborales en un entorno nuevo, lejos de lo conocido y de la “red
de seguridad”, observamos que son muchos los aprendizajes y desafíos que
entraña esta aventura. Yo misma experimenté también muchas de estas vivencias
al trasladarme a Barcelona en 2007.
Así, este artículo nace como
homenaje y reconocimiento a tod@s los buscador@s que apuestan por el cambio,
arriesgándose a cuestionar los límites y las limitaciones, para encontrar su
propio camino.
Decidimos colaborar para poner
voz a su experiencia, que es la de tantas otras personas. Para ello, encontramos en “El
viaje del héroe” (Campbell, 1999) la metáfora perfecta para ilustrar esta
hazaña vital. El viaje del héroe relata el periplo que el individuo transita,
erigido en protagonista de su propia historia, en su viaje de crecimiento. Este
periplo puede darse en el ámbito profesional, relacional, creativo o cualquier
otro. Así, suele desplegarse a través de cuatro momentos cruciales que, de
resolverse positivamente, conducirán al héroe a la recompensa de una mayor
plenitud y autenticidad. Por el camino, habrá de batirse en duelo con dragones
y monstruos, enfrentándose a las dificultades y encontrando los tesoros
escondidos.
Como psicóloga, formadora y
coach, es para mí un honor acompañar en este viaje de superación y aprendizaje
a tant@s héroes y heroínas con las que aprendo día a día.
Este es el relato del viaje de
Martín, a través de la entrevista que compartimos sobre su experiencia.
Etapa 1: La llamada.
¿Qué te impulsó a iniciar este
viaje?
El impulso nació de una incomodidad
en la comodidad, en una estructura de vida y de trabajo que yo -o una parte
de mí- había montado con mucho esfuerzo. Mis días transcurrían en
Catamarca, una ciudad de ritmo lento y veranos de fuego, entre montañas rocosas
y verdes del norte argentino. Tenía un trabajo “seguro” en un instituto estatal
de formación profesional en Arte y Comunicación. Me
había titulado y trabajado en Turismo, aunque siempre me atrajeron el arte y la
creatividad, por lo que en los últimos años estuve dedicado al teatro como
actor en grupos y compañías independientes. Había logrado trabajar y crecer en
forma considerable en ese ámbito, algo que para mí tenía vital importancia. Mi
economía era holgada pero no tenía mayores inconvenientes. Vivía en la casa de
mis padres, con recurrentes aromas a comida casera, un pequeño jardín, una
gata y una convivencia armoniosa; no parecía haber motivos suficientes para
irse.
La llamada:
Hace
más o menos dos años caí en la cuenta de que sostener esa estructura y esa
dinámica de vida, que parecía tan sólida y tan ajustada a mis deseos,
tenía unos costes emocionales y psíquicos cada vez más difíciles de pagar. La
llamada se presentaba una y otra vez en lo cotidiano en forma de tedio,
aburrimiento, saturación, desmotivación, preocupación, ansiedad y tristeza. Y
aunque mis miedos, mi imparable análisis mental, y las evasiones intentaban
taparlo, todo eso estaba allí, como música de fondo. Las cosas en apariencia
funcionaban “bien”, pero con el piloto automático. Creo que mi llamada fue -y
es- a romper con la inercia, con las propias estructuras y armaduras en todas
las áreas de mi vida, y para eso elegí cambiar de escenario en forma radical,
“saltar el charco” y venir a Barcelona, el 1
de marzo del 2020 (A.M., es decir, Antes de las Mascarillas).
Etapa 2: Las pruebas.
¿Cuáles están siendo las
dificultades en tu travesía? ¿Qué aliados encontraste? ¿Algún enemigo?
Las pruebas que estoy
atravesando aquí -en una ciudad que ya no está amurallada- tienen que ver
curiosamente con derribar mis “muros mentales”, es decir, ideas previas,
expectativas, creencias y pautas culturales con las cuales había construido un
modelo de “cómo deberían/deben ser las en Barcelona para mí”.
Además, he podido vislumbrar
como desafío personal, una invitación a no construir o replicar aquí una nueva
versión del modelo de vida del que elegí salir. Si bien para mi es deseable
tener cierta estabilidad y seguridad en algunos aspectos como el laboral, creo
que la cosa aquí va más allá, tiene que ver más con explorar(me) e investigar(me)
en un territorio desconocido, en una época caótica, sin dejarme comer por
ejemplo por el instinto de supervivencia.
Otra de
las pruebas está teniendo lugar en el plano autovaloración y la comunicación
del valor personal para el mercado laboral sin
renunciar a mis características esenciales más profundas, para no generar otra
vez la propia jaula, ni siquiera de cristal.
Por
estos días trabajo para sostenerme económicamente como repartidor -algo que no
estaba en mis planes- y sigo buscando empleos. Pero ahora procuro
hacerlo de una manera cada vez más reflexiva, consciente y sana, enfocado en comunicar, compartir y ofrecer las
competencias que he desarrollado en distintos trabajos a sectores en los que
pueda aportar valor.
Aliados:
En el camino he encontrado a personas
a quienes tal vez ni conocía pero que han actuado como aliados y/o como puentes
para conectar con otros aliados. Recuerdo por ejemplo a Sol, una cantante
con quien tomé un taller en Catamarca (Arg.), que me contactó con Giovanna -y
con su compañero Fran- quienes sin conocerme y desde antes de mi llegada a
Barcelona me han ofrecido ayuda en múltiples formas (dinero, casa, bici,
música) y mucho afecto siempre.
También me he reencontrado
con personas que se transformaron en aliados: Matías, un ex-compañero de
trabajo de Argentina, y su compañera Lies que también están viviendo aquí, y
que me ha puesto al tanto de muchísimas cosas sobre vivir, trabajar y habitar
Barcelona.
Además, tengo aliados fundamentales,
de prácticamente todas las travesías de mi vida, como Alejandra y Damián,
excelentes terapeutas y mejores personas que desde Argentina me ayudan a
desempañar los cristales para mirarme cada vez más y mejor. Y sin duda mi familia (padres y hermanos) y amigos
de mi país que siempre están dispuestos a ayudar, incluso cuando me jacto
de no necesitar tal cosa.
Por si fueran pocos todos ellos, aquí y ahora, en
esta travesía tengo aliados que en catalán o con acentos que a veces no logro
identificar, me dan su ayuda impregnada de cariño, respeto y solidaridad.
En
cuanto a mis enemigos, debo decir que no son necesariamente
personas o cosas, son más bien enemigos internos, por ejemplo: los viejos
conocidos y miedos. Estos señores vienen a veces de a uno y otras
veces en enjambre, a zumbar agudo en mi oído. El combo completo incluye: miedo
a escasez (de dinero, salud, trabajo, de conocimientos y herramientas), el
miedo al rechazo (de la ciudad, de las personas, del “mercado laboral” o de los
posibles empleadores), miedo a no poder/saber mostrar o comunicar mis
habilidades, miedo a lo desconocido y no controlable, miedo al fracaso (con
gustito a ideales de éxito a lo Hollywood).
Otro cluster de enemigos
asociados a los anteriores son ciertos estados mentales y emocionales, que para
mí son como pantanos de los que a veces cuesta salir. Advierto que incluso
pueden generar acostumbramiento o adicción. Estos estados pueden activarse en
mi con cuestiones muy cotidianas y hasta tontas. Ahora
intento verlos como invitaciones a descansar, a parar la mente y mirar las
cosas desde otros ángulos.
Etapa 3: El tesoro escondido.
¿Cuáles están siendo tus
aprendizajes profundos en esta experiencia?
Los aprendizajes profundos (work in progress):
- A ejercitarme en la confianza en mí mismo y en pensar que las cosas pueden funcionar.
- A revisar mis propias creencias, ideas y prejuicios sobre cómo deben ser las cosas para mí en lo laboral, profesional y personal.
- A prestar atención y poner conciencia para evitar funcionar con modelos de pensamiento y comportamiento rancios e improductivos.
- A ofrecer/compartir lo que sé o puedo hacer, más que pensar en “que me den un trabajo” o “en tengo que encajar en algún lado, en lo que sea”.
- Que las experiencias de búsqueda laboral “fallidas” no determinan mi valor como persona y profesional.
- A ser más inteligente emocionalmente, a hacerme consciente y gestionar emociones que tienden a nublar mi mirada
- A hacerme cargo de mis deseos profundos y no huir de ellos, ni sobreadaptarme para encajar y ser aceptado a cualquier precio.
- A pedir ayuda y, por momentos, dejar de ser el ayudador o bajar del pedestal la idea de autosuficiencia como un indicador del valor personal.
- A que puedo hacerme adicto a ciertas emociones y dinámicas de pensamientos que pueden ser melodías de “fácil ejecución”: el drama, los pronósticos de catástrofes personales, etc.
- A descansar y conectar con el disfrute a diario (si no, yo me pregunto en argentino y en catalán: ¿Vos vivís en Barcelona sólo para trabajar/buscar trabajo, pagar impuestos y “res més” (Nada más)?
Etapa 4: La recompensa.
¿En qué te ha cambiado esta
vivencia? ¿Qué recompensas recoges?
Cambiar de ciudad, país, continente
y -desde hace unos meses- de paradigma/mundo, me está permitiendo cuestionar
fuertemente cuáles son mis valores personales en el plano personal y
profesional.
Asimismo, me está posibilitando
experimentar y aprehender en primera persona lo inestables,
provisorios, poco controlables e inciertos que pueden resultar los planes. En
relación a ello, esta experiencia está significando para mí un entrenamiento
intensivo en torno a la confianza, flexibilidad, la creatividad y la
proactividad frente a aquello que no estaba en mis planes.
Quizás hoy en día no soy tan
consciente de las recompensas, pero puedo decir que es el camino más que el
destino lo que importa. Aunque la lógica resultadista pueda indicarme otra
cosa, me esfuerzo por ver que los propios procesos de crecimiento ya son motivo
para cantar victoria.
Tras este relato en primera
persona de Martín, sólo puedo agradecer su lucidez y valentía. Sus aprendizajes
son únicos y personales, pero siento que, de algún modo, son también colectivos
por ser parte de las vivencias de tantas y tantas personas que aceptan cada día
su llamada a adentrarse en lo desconocido para alcanzar un crecimiento mayor.
¡Ojalá tus palabras sirvan de
espejo y apoyo, Martín! Gracias por compartir con tanta honestidad y talento.
Creativo, compañero de equipo y facilitador en proyectos, productos y servicios del sector creativo.
www.linkedin.com/in/martinserraisaia
martinalejandroserra@gmail.com

Psicóloga y Coach de Desarrollo
personal y profesional.
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