21 feb 2013

La felicidad obligada

Entre los valores en boga de la sociedad actual encontramos el de la felicidad, entendida como un bienestar continuo que denota éxito social y personal. Así, vivir períodos de ansiedad, tristeza u otras emociones desagradables  puede ser interpretado como un fracaso en la “obligación” de estar bien y ser feliz.

Sin embargo, como hemos observado anteriormente, existen eventos normativos e idiosincrásicos que habitualmente resolvemos atravesando estados que se sitúan lejos de la felicidad. La tristeza durante un proceso de duelo o la ansiedad ante la pérdida de empleo son estados de escaso bienestar que quizá sean necesarios para llegar a momentos de felicidad plena y real. En nuestro intento de vivir el valor social de felicidad, puede que nos resulte más fácil o coherente contactar con emociones positivas de alegría o logro. No obstante, huir compulsivamente de las de melancolía, dolor o angustia es negar la variedad intrínseca de la vida.

Y es que ser conscientes de dichos sentimientos y experimentarlos no implica necesariamente que no estamos “bien” o que no somos “felices”. Simplemente puede indicar que somos capaces de asumir que la vida se compone de gran variedad de etapas, situaciones y vivencias que implican emociones igualmente diversas. El ser humano cuenta con un amplio repertorio emocional que carece de sentido si patologizamos sentimientos naturales por resultarnos incómodos o socialmente poco deseables.

Por ello, valores menos alabados actualmente como la aceptación, la profundidad o la apertura a la experiencia pueden ser claves a la hora de afrontar con mayor plenitud y equilibrio el cambio constante que supone la vida.

Si quieres leer más... pregunta por el artículo completo: "Ansiedad y depresión hoy, ¿patología o normalidad?" (2011)




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